La demencia siempre ha tenido una especie de glamur obscuro, y Jasmine French, interpretada por la maravillosa Cate Blanchett, lo sabe mejor que nadie, nos encontramos con una mujer elegante y dotada con los delicados encantos que sin duda caracterizan al gremio de los “Old Money” de la sociedad neoyorkina, viajando hacia San Francisco en un cómodo asiento de primera clase, sola, y completamente en bancarrota. La protagonista de este filme de Allen representa a la mujer de sociedad moderna, acostumbrada a una vida llena de lujos y excesos pero después de que su marido es arrestado por fraude, Jasmine pierde hasta el último centavo, así que con sólo algunas prendas de diseñador y un bolso de piel abarrotado de antidepresivos, acude a su hermana con quien no ha tenido una relación sana jamás, para tratar salir adelante pero pronto el “esnobismo”, y la carencia de adaptabilidad de esta mujer la terminan metiendo a ella y todo quien la rodea en una serie de problemas de lo más deliciosos.

 Woody Allen lo ha hecho una vez más, nos presenta un festín visual lleno de brillantes actuaciones, situaciones complejas, un guión excelente y una amplia crítica social. La película se enfoca completamente en Jasmine en lugar de reflejar a la clase obrera que no tiene ni un centavo, la cámara sigue como un fantasma a la clase alta que lo ha perdido todo, y se enfoca en la desesperación e impotencia de pasar de tenerlo todo a no tener nada ni a nadie, la autodestrucción causada por lo mismo y llega hasta el punto de la demencia ante el hecho de que cada quien es el dueño de su propio destino y no es otra más que la clase ata la que busca su propia destrucción. La película puede clasificarse como brutalmente honesta y la Jasmine pintada por Allen es eso “blue” que en inglés significa triste, melancólica y obscura. He mencionado antes lo mucho que me gusta Woody Allen, pero sin duda Blue Jasmine es uno de sus mejores filmes, y sin duda, mi favorito.